Si bien no siempre es fácil reconocer el estrés en los niños, los cambios a corto plazo en la conducta, como los cambios de humor, el mal comportamiento, modificaciones en los patrones del sueño o el hecho de mojar la cama, pueden ser indicadores.
Algunos experimentas efectos físicos, que incluyen dolor de estómago y cabeza. Otro tienen problemas para concentrarse o terminar las tareas escolares. Algunas veces se abstraen o pasan mucho tiempo solos.