Tienden a consumir productos dulces y refinados, como pasteles, chocolates y caramelos, con un escaso valor nutritivo, además de una preferencia por alimentos ricos en grasas saturadas, como embutidos derivados cárnicos. No obstante, estos pueden agravar la depresión, por lo que se vuelve un círculo vicioso. El cerebro requiere para su funcionamiento de oxígeno, glucosa, vitaminas y minerales, para producir neurotransmisores, como la serotonina, que se relacionan directamente con alteraciones de la conducta.