Una alimentación adecuada es la base para la supervivencia, la salud y el crecimiento del ser humano. La desnutrición a largo plazo tiene efectos negativos sobre el desarrollo cognoscitivo y motor, la inmunidad y tal vez la incidencia de enfermedades crónicas degenerativas. La desnutrición infantil tiene orígenes complejos que involucran determinantes biológicos, socioeconómicos y culturales. Sus causas inmediatas incluyen la alimentación inadecuada en cantidad o calidad, la incidencia de enfermedades infecciosas y el cuidado impropio del niño, del cual depende su adecuada alimentación y salud.
Estas son el resultado de una inapropiada disponibilidad de alimentos, servicios de salud y educación, así como de una infraestructura sanitaria deficiente. Asimismo, son a su vez consecuencia de la inequidad en la distribución de recursos, servicios, riqueza y oportunidades (UNICEF). A pesar de que en los últimos veinte años se ha observado una disminución en los diferentes tipos de desnutrición infantil, la prevalencia de baja talla continúa siendo un grave problema de salud pública en menores de cinco años de edad.