
Lo que sientes también impacta tu salud física.
Las emociones no procesadas no desaparecen… se acumulan en el cuerpo.
Y con el tiempo, pueden reflejarse así:
Preocupación constante: problemas digestivos (como colitis o reflujo).
Miedo prolongado: fatiga adrenal y desequilibrios hormonales.
Tristeza profunda: debilita el sistema inmune.
Ira no expresada: sobrecarga del hígado.
Ansiedad:presión alta y palpitaciones.
Estudios en psiconeuroinmunología y medicina mente-cuerpo muestran cómo el estado emocional influye directamente en el funcionamiento de nuestros órganos.
Sentir, nombrar y liberar emociones también es parte de sanar.
Tu salud no es solo lo que comes, ¡también lo que callas!.